Imaginemos libros.
Qué contendrán.
Cómo serán.
Todo empieza siempre de la misma manera: con un buen soplo. Uno en forma de texto fabuloso. O de sorprendente dibujo. A veces, incluso, de música maravillosa. Otras veces la cosa va de penas irresistibles y de alegrías insoportables (¿o era al revés?). Todo vale. Todo cabe. La única condición es que la materia final sea del género libro. Uno diferente cada vez. Único a poder ser.
Trabajamos a mano hasta donde sabemos, porque creemos que haciéndolo así los libros salen un poco más parecidos a las personas, imperfectos en el mejor de los casos.
Los cocinamos muy despacio (el tiempo de cocinado es siempre lo mejor del libro) y lo hacemos con ingredientes de toda la vida (papeles, tintas, texturas, manchas, líneas, formas, tipos, encuadernaciones, color, blanco y negro…). Todo recolectado en huertos de confianza.
Nos reunimos a menudo, con estas u otras excusas, en el Espacio ZZ (un sitio que no te creerías).